No,
hoy no vamos a hablar de cuántos años tienen los juguetes, pero sí de cuántos
pueden durarnos, del uso que podemos darles y en qué tenemos que fijarnos para
utilizarnos a una edad determinada con los peques. Todos conocemos la edad
recomendada por el fabricante a la hora de seleccionar un juguete que se adapte
a nuestros niños, pero también debemos tener en cuenta la edad de desarrollo de
los mismos, sus habilidades, su nivel de juego funcional, de imaginación y,
cómo no, sus intereses.
Por
la red se pueden encontrar numerosas clasificaciones de juguetes según la edad
cronológica de los niños, teniendo todas ellas aspectos en común. Pero si lo
que quieres ver es un listado específico de juguetes recomendados por edades lo
mejor es que visites la GUÍA AIJU, elaborada por auténticos profesionales.
Al
margen de esto, personalmente no creo que haya una edad LÍMITE (ni por arriba
ni por abajo) para poder jugar con un juguete. Puede que el niño no desarrolle
la actividad con el fin para la que se hizo, pero ahí es donde entramos
nosotros para ampliar su funcionalidad, despertar en los niños capacidades
nuevas y dotarlos de herramientas simbólicas de cara a la elaboración de juegos
cada vez más elaborados y complejos. Y de esto SÍ vamos a hablar hoy.
En
la etapa de 0 a 6 meses, los bebés necesitan juguetes que les ayuden a descubrir su propio
cuerpo, distinguir texturas, formas y colores. Para ello, tenemos sonajeros,
móviles de cuna, mordedores, mantas de actividades, etc. Pero una vez alcanzada
esa edad… ¿me deshago de esos juguetes? Un gimnasio puede ayudarle a mantenerse
sentado más allá de los 6 meses mientras intenta agarrar los muñecos que
cuelgan, unos meses después podemos quitarlos y usar la estructura cubriéndola
de sábanas o toallas para hacer un tipi
casero o tapar los laterales con cojines para hacer túneles en nuestra
carretera. Incluso un sonajero hará las veces de maraca en mi orquesta aunque
tenga 2 años.
Entre
los 7 y 12 meses, se convierten en verdaderos exploradores. En esta etapa
encontramos pelotas, muñecos de peluche, juguetes con sonidos y luces,
tentetiesos, sus primeros coches y andadores (¡ojo! ¡taca tacas no! Uso desaconsejado
totalmente). Un andador bien equipado con una mochila o bolso nos hará las
veces de carro de la compra o silla de paseo para nuestra muñeca favorita, y
¡cuántas luchas no habré visto entre tentetiesos para ver cuál aguanta más sin
caer! Para esto… ¡no hay edad!
De los 13 a los 18
meses, los
niños ya caminan, reconocen y nombran objetos y personas, comienzan a hacer
torres (encajar y apilar), suben en correpasillos y quizá observemos un inicio
del juego funcional con algún coche (haciendo que lo pasean, echan gasolina,
suben a un muñeco…). Para esto mismo nos pueden servir sus primeros coches, no
hace falta que sean último modelo. Incluso podemos rescatar sonajeros o
mordedores que tuviesen forma de animal, por ejemplo, para pasearlos en ellos.
El correpasillos, bien montado, puede ser una cama fantástica o hacer de
camilla en las urgencias más complicadas. Y qué decir de los mil y un usos de
las anillas, que bien usadas desde su primer mes de vida le ayudarán en la
manipulación, la coordinación ojo-mano y mucho más adelante para discriminar
colores teniendo que ensartarlas en el orden que propongamos.
A partir de los 24-30
meses de edad, el juego se vuelve mucho más elaborado y son ellos quienes
dotarán de nueva funcionalidad a sus juguetes: los cubos serán vasos, los
lápices cucharas, los mandos móviles y las muñecas tendrán vida; veremos cómo
un caballo habla con un coche para ir juntos por ahí y los dibujos tendrán
nombre propio: “toma mamá, te he dibujado un perro”.
Se trata de buscar
alternativas que alarguen la vida útil del juguete y despierten su imaginación,
aunque para ello primero habrá que quitar un poco el polvo a la nuestra. ¿Qué
otras cosas se os ocurren para aprovechar los juguetes?
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